Imagínense la escena: una familia llega de Escocia para conquistar Australia, armada con guitarras y riffs frenéticos. Eso es lo que hicieron los hermanos Young. George, Malcolm y Angus, unos hermanos dispuestos a sacudir el mundo con su pasión por el rock.
George, el mayor, ya acostumbrado a ser el centro de atención con Easybeats, tomó cartas en el asunto e introdujo a sus hermanos pequeños en la magia de la música. Entonces, un día, Malcolm decidió que era su turno para brillar. Había nacido AC/DC, con un nombre elegido por capricho tras ver unas misteriosas siglas en una máquina de coser. ¿Quién iba a pensar que ese simple acrónimo se convertiría en el símbolo de una leyenda del rock?
Su primer álbum, «High Voltage», salió en 1974, pero aún no era el gran boom. Lo siguieron con «T.N.T.», y entonces empezó la locura. Australia les aclamaba, las emisoras de radio clamaban por sus canciones y el mundo del rock tomó nota.
Mientras Malcolm y Angus entusiasmaban al público, no hay que olvidar el papel esencial de George, el maestro de los primeros tiempos. Fue él quien introdujo a Bon Scott en la banda, dando origen al grupo que todos conocemos.
1975 vio la explosión de su álbum de debut autotitulado. Producido por George y Harry Vanda, este opus estaba repleto de riffs demenciales y letras mordaces, como «She's Got Balls», un tema humorístico escrito por Bon Scott para su mujer.
Así es como una familia escocesa y una máquina de coser dieron a luz a una de las mayores leyendas del rock. No se puede inventar, pero AC/DC sí.